Ramón Romero Pastor - 2012 |
Una vez alguien me dijo que hacía fotos porque tenía muy
mala memoria, y puede que yo en mi joven y constante inquietud de absorberlo
todo hice mía dicha reflexión hasta tal punto que la devoré, con el fin de marcar el horizonte al
que me estaba enfrentando. Fue antes de entrar en ésta escuela y ahora nos
plantean la difícil reflexión sobre como posicionarnos como autores. No sé si
lo que diré a continuación va a contestar esas dudas pero vamos a intentarlo.
No me interesó nunca en exceso el mundo de la imagen,
durante mi formación en diseño teníamos asignaturas de fotografía y yo las
pasaba sin pena ni gloria. Me gustaban, pero no había llama ni pasión en lo que
estaba aprendiendo. Una crisis emocional me hizo visitar cierto blog muy
personal de un fotógrafo, no diré quien, tan sólo que durante la visita hubo una
chispa, un calor intenso, y yo no podía creer que esa sensación llegara a
través de una imagen. Así pues un buen día decidí dejar mis dolores de cabeza
para combatirlos con fotografías.
Así hice un paréntesis y comencé a centrarme en recolectar
momentos. Como aquel que colecciona sellos, yo coleccionaba fotografías, mis
fotografías. Y nadie más que yo tenía esa responsabilidad. Al final hice de la
fotografía un estilo de vida y una terapia de la que ya no puedo salir.
Aunque comencé bebiendo de la fotografía a través de blogs y
páginas de otros autores, lo que sinceramente admiraba y admiro, es la representación
física de la fotografía. Tal vez mi anterior formación como diseñador gráfico
tenga parte de culpa. Me gustan los libros, y si son de fotografía los admiro mucho
más. Así que si he decir que me gusta es sin duda publicar fotografías en
libros. El como hacerlo, tal vez consiste en tratar de contar el viaje interior sin necesidad de arrastrarme hasta un lugar
lejano. Opino que la realidad ya es una fuente potencial de imágenes y no hay
necesidad de forzarte a fotografiar un mundo al que no perteneces.
No admiro una fotografía preparada, considero el estudio
fotográfico como fuente de conocimiento sobre el comportamiento de las luces
pero me reafirmo si digo que la mayor y más bella representación de la luz es
cuando se presenta al natural o en ambiente.
Creo en un equipo ligero, una cámara sencilla que te permita
transportarte diariamente sin notar su peso. Los grandes equipos hacen grandes
fotos, pero no captan los pequeños detalles, ni están disponibles para captar
lo efímero e invisible que acontece en el día a día. Creo que es importante
conectar con tu cámara hasta el punto de olvidarte de ella, convencerte de que
es tu ojo quien aprieta el botón y que la cámara es tan solo una herramienta.
No es fácil llegar a este ejercicio requiere esfuerzo y costumbre, hacer muchas
fotos, machacar el ojo para finalmente hacer callo en él.
Aunque Siento un gran respeto por la fotografía profesional
y de estudio para mi no es una inquietud que vaya más allá de lo que pueda
significar un trabajo y una compensación monetaria alejada del disfrute
intelectual que me supone hacer una fotografía más personal. Aun así considero
didáctico todo lo que pueda aprender de ella y no descarto una futura profesión
como fotógrafo.
Considero ésta reflexión esbozo de futuras modificaciones.
No doy nada por sentado, ni por sabido, creo que aún estoy en fase de
aprendizaje, de escuchar el zumbar de las hojas. No he recogido seguridades
todavía para adentrarme en el bosque de la fotografía.
Pero como bien recoge Juan Valbuena en el texto escrito para el libro "La letra pequeña de mi memoria”: al menos hacemos fotos.
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