5/5/13

La foto que no hice (II)

Ramón Romero Pastor - 2012
El otro día paseando camino de la escuela iba cruzando la calle y vi nítidamente una imagen, que en mi cabeza, se hizo fotográficamente poderosa. Una señora regordeta, vestida con un vestido rojo y portentoso, se desvía de su rutinario camino, para con profunda sorpresa, mirarse en el reflejo del cristal de un hotel, (seguramente interesada por observar su aspecto frente a su reflejo, pero para mi era como si intentase cerciorarse de quien es ella, de su identidad). En ese momento yo me quedo observando como en la mayoría de veces en las que el nervio fotográfico te falla y te quedas embobado ante la imagen, y sigo adelante también mecanizado por la rutina de llegar a clase, no sin antes seguir girando la cabeza hasta perder la escena.


Por el camino me torturo por no haber retado al destino e inmortalizado ese momento, es así como me siento la mayoría de veces que me encuentro con una imagen que quisiera fotografiar, preso de mi cobardía, preso de la dirección, encerrado por no poder liberarme de la rutina y disparar. Cuando consigo ceder ésta cadena es cuando la cosa cambia, cuando la fotografía es libertad, cuando se convierte en una lucha contra un comportamiento predestinado, cuando la búsqueda del azar del mundo se hace más sencillo y la capacidad de rasgar el velo de la realidad y romper la cadena con el simple movimiento de tu dedo apretando el obturador se convierte en una verdadera satisfacción, porque en ese momento tu voluntad derrotó al destino, porque conseguiste desprenderte del puñal de la dirección que se hinca en tu piel e hiciste la foto que con tanto orgullo ahora muestras. Así es como me siento cuando hago y no hago fotos.

 

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